lunes, 11 de julio de 2011

Cuando la inclusión educativa es "una lotería".

Fuente: La Vanguardia.

Familias con hijos discapacitados reclaman más recursos y formación del profesorado

"Muchos maestros no tienen la capacidad ni la formación para atender a estos niños" |Las familias lamentan que la educación inclusiva a veces es "como una lotería"

Vida | 11/07/2011 - 00:00h

MAITE GUTIÉRREZ

Barcelona


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En primaria la atención a la educación especial ha avanzado de forma notable, pero en la ESO explotan todos los retos, es el momento en el que las familias y también los alumnos se sienten más desorientados y diferentes. Maria José Gil lo sabe bien. Su hijo Marcos, un chico formal y serio de 17 años, tiene el síndrome de Asperger, un trastorno del espectro autista que afecta hasta el 1% de la población. Estas personas sufren carencias sociales, de empatía y abstracción. En el colegio al que acudió en primaria (también en Cornellà) lo acusaban de ser un vago y de no esforzarse. Lo ridiculizaban porque no entendían su trastorno. Se le pelaron las palmas de las manos de los nervios y le cambió la expresión, "era un niño triste". "Yo sabía que le pasaba algo, así que empezó a seguir clases de refuerzo privadas con una psicóloga y allí sí era capaz de hacer los deberes", cuenta María José. Marcos fue diagnosticado a los nueve años, pero no le adaptaron el currículo hasta llegar a la ESO. En secundaria cambió de centro y cuando María José explicó en el instituto que su hijo tenía el síndrome de Asperger, la directora (también psicóloga) respondió: "¿Y eso qué es?". "Pero ella decidió asumir el reto y se volcó con mi hijo", señala María José. Marcos ha conseguido acabar la ESO tranquilo y sin sobresaltos, aunque no aprobarla.

"Emocionalmente ha estado bien, pero no ha aprendido nada. Para él el colegio ha sido una guardería", afirma María José. Los profesores lo han cuidado, pero no han sabido enseñarle, tal como sucede con otros casos –numerosas familias se han puesto en contacto con este diario explicando la misma situación–.

"Si desde las administraciones se habla de inclusión, deberían preocuparse de que estos alumnos también aprendan algo, es una irresponsabilidad no detectarles y tratarles desde el principio", añade. A lo que hay que sumar la relación con los compañeros (la otra inclusión), el sentirse y saberse diferente, no aceptado. Ahora Marcos da comienzo a una nueva etapa: en el mes de septiembre seguirá un curso de PQPI (programas de formación para personas sin el graduado de ESO) sobre instalaciones de gas.

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