Artículo de D.
Ángel Rivera Arrizabalaga (perfil de blogger, aquí).
Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad Complutense de Madrid. Licenciado en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Doctor en Prehistoria por la UNED. Tesis: Arqueología Cognitiva. Elaboración de un modelo psicpobiológico sobre el origen y desarrollo de la conducta simbólica humana. Su aplicación en la transición del Paleolítico Medio al Superior.
Extraído de su blog:
La conducta humana siempre ha estado
determinada por las características evolutivas, neurológicas y psicológicas de
su cerebro. Su estudio debe tener un carácter interdisciplinario de todas las
ciencias que se interesan pos su compresión en el pasado, presente y futuro.
http://psicobiologiadelgenerohomo.blogspot.com.es/2013/08/funciones-ejecutivas.html
(Nota de ASPERCAN:
Interesante para entender la )
viernes, 9 de agosto de 2013
Funciones
ejecutivas
El estudio de la conducta humana, razón de ser de la Psicología, siempre ha tenido importantes
dificultades para su realización. Ante la necesidad de analizar la mente
humana, el psicólogo realiza una serie de conceptualizaciones (organización
lógica y cognitiva basada en el conocimiento personal del problema a estudiar
y, por tanto, subjetivo en algún grado) sobre las características cognitivas
que observa en los seres humanos, a las que se denominan constructos. Los
conceptos científicos como estrés, depresión y demás procesos cognitivos
(inteligencia, frustración, inconsciente, emociones, actitudes, ego, fobias,
ansiedad, motivación, aprendizaje, etc.) no tienen una existencia concreta
similar a las entidades físicas que se prestan a la observación sensible. Son
conceptos que sobrepasan la observación empírica y muchas veces expresan
supuestos teóricos. A tales conceptos se les llama actualmente “constructos
o conceptos no observacionales” para diferenciarlos de los observacionales
(Bunge, 1973). Los constructos no tienen referentes empíricos inmediatos Nadie
ha visto ni ha tocado la inteligencia de alguien pero sí la puede inferir de la
manera en que una persona es capaz de resolver ciertos problemas en relación
con la manera en que otros los resuelven. Constituyen una herramienta
fundamental en el estudio de la psicología humana.
Sobre su origen hay divergencia teórica, pues mientras que para
algunos autores tienen un origen claramente innato y para su manifestación
conductual precisan de escasa interrelación con el medio ambiente (Psicología evolutiva), para otros su
desarrollo e influencia en la conducta precisa de una importante interrelación
con las características ambientales (Psicología
cognitiva: procesamiento de la información), como puede
apreciarse existen diferencias académicas no resueltas actualmente.
Dentro de las diversas capacidades cognitivas que conocemos en
los seres humanos destacan, por su relativa actualidad e importancia en la
conducta humana, las funciones ejecutivas. Casi nadie duda de su
existencia, así como de que están muy relacionadas con el lóbulo prefrontal humano, actuando en
todo tipo de cambios tecnológicos, sociales y simbólicos, pues son
imprescindibles para su realización. Sin un plan organizativo y ejecutivo es
imposible construir herramientas, crear nuevos útiles, organizar las redes
sociales y estructurar el complejo simbolismo de una sociedad. Por métodos
indirectos (lesiones, cirugía, estimulación directa, etc.) se ha podido asociar
a los constructos que componen las funciones ejecutivas con las áreas de
asociación terciaria del LPF se han relacionado con importantes capacidades
cognitivas muy relacionadas con la conducta humana.
¿Qué
son las funciones ejecutivas?
Las funciones ejecutivas (FE) serían el conjunto de habilidades
cognitivas de superior organización e integración que, partiendo de ciertas
capacidades cognitivas elementales, permite la maximización de la eficacia
conductual en un momento determinado, es decir, de transformar el pensamiento
en acción y de efectuar su control (Allegri y Harris, 2001; Barkley, 2001; Coolidge
y Wynn, 2001; Estévez-González, et al. 2000; Fuster, 2002; Jódar
Vicente, 2004; Kane y Engle, 2002; León-Carrión y Barroso, 1997). Las
capacidades cognitivas elementales sobre las que se basa son las siguientes
(Rabbit, 1997; Roberts et al. 1998; Stuss y Knight, 2002):
- Planificación. Organización
de la acción para lograr una meta elegida. Establece un plan estratégicamente
organizado de secuencias de acción (motoras o cognitivas).
- Flexibilidad.
Capacidad de elección entre distintas formas de actuación, cuando es necesario
cambiar la acción ante cambios de situación o de tarea.
- Memoria de trabajo u
operativa. Permite mantener activada una cantidad limitada de información,
la cual es necesaria para el buen desarrollo de la acción en ese momento.
- Monitorización. Realiza
la supervisión necesaria para la ejecución adecuada y eficaz de los
procedimientos en curso.
- Inhibición.
Produce la interrupción de una determinada respuesta que generalmente ha sido
automatizada.
La acción conjunta de todas ellas, más el resto de las
capacidades cognitivas humanas, van a hacer posible la conducta humana
moderna, caracterizada por una importante rapidez o flexibilidad en la
adquisición y mejora de nuevas conductas, basándose en el dinamismo de las
actividades de exploración y creatividad (iniciativa motora, curiosidad e
imaginación). Igualmente, posibilita la capacidad de abstracción y
simbolismo, elementos básicos para el desarrollo de un lenguaje
simbólico, facilitando el control de la función motora del lenguaje
voluntario (área de Broca). También desarrolla y mantiene el comportamiento
social y sexual, gracias al equilibrio emocional (relación LPF y
sistema Límbico o cerebro emocional), autocrítica y control de la personalidad.
Por tanto, el LPF es donde se asienta la base neurológica del sistema
ejecutivo o centro de integración de la actividad mental superior que
controla y desarrolla conductas propias del ser humano, por medio de las
funciones ejecutivas y de las demás capacidades cognitivas y emocionales que
alberga. Así, su disminución funcional (lesión, cirugía, etc.) tendría un
efecto directo y, hasta cierto límite, proporcional a la alteración de la
conducta observada.
Su utilización, junto con la creatividad, motivación y
capacidades cognitivas emergentes, desarrolladas gracias a la sociabilidad
humana y al lenguaje creado, serían los responsables del desarrollo conductual
y cultural del género Homo, visible desde su andadura en el Paleolítico.
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Fuente: ÁNGEL RIVERA. |
* ALLEGRI, R. F. y HARRIS, P.
(2001): La corteza prefrontal en los mecanismos atencionales y la memoria. Rev.
Neurol. 32 (5): 449-453.
* BARKLEY, R. A. (2001): The
executive functions and self-regulation: an evolutionary neuropsychological
perspective. Neoropsychol. Rev. 11: 1-29.
* BUNGE, M. (1973): La Ciencia, su método y filosofía. Siglo XX. Buenos Aires.
* COOLIDGE, F. L. y WYNN, T. (2001):
Executive functions of the frontal lobes and the evolutionary ascendancy of Homo
sapiens. Cambridge Archaeol. Journal 11: 255-260.
* ESTÉVEZ GONZÁLEZ, A.; GARCÍA
SÁNCHEZ, C. y BARRAQUER BORDAS, LL. (2000): Los lóbulos frontales: el cerebro
ejecutivo Rev. Neurol. 31 (6): 566.
* FUSTER, J. M. (2002): Frontal lobe
and cognitive development. Journal Neurocytol. 31(3-5).
* JÓDAR, VICENTE, M. (2004):
Funciones cognitivas del lóbulo frontal. Rev. Neurol. 39 (2): 178.
* KANE, M. J. y ENGLE R. W. (2002):
The role of prefrontal cortex in working-memory capacity, executive attention,
and general fluid intelligence: an individual-differences perspective. Psychonomic
Bulletin and Review 9, 637-671.
* LEÓN-CARRIÓN, J. Y BARROSO, J. M.
(1997): Neuropsicología del pensamiento: Control ejecutivo y lóbulo
frontal. Kronos. Sevilla.
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Destacamos esta cita:
“Por tanto, no parece difícil establecer una relación entre el
aumento (de superficie y interconectividad) de estas áreas (DEL LÓBULO
PREFRONTAL) con la conducta moderna. La diferenciación funcional o el aumento
respecto de los demás homínidos conlleva a que nuestra especie tendría una mayor capacidad funcional de dos tipos
(fundamentales en la conducta humana) (Ardilla y Ostrosky-Solis, 2008):
* Metacognitivos (área
dorsolateral de la corteza prefrontal), para procesar la información,
asimilarla y utilizarla para mejorar su conducta, mediante el mayor desarrollo
de sus funciones ejecutivas, imprescindibles
para la organización de todo tipo de conducta
y lenguaje, y al aumento de las capacidades
de abstracción y simbolismo.
* Emocionales (área
ventromedial de la corteza prefrontal), que coordina la cognición y la emoción. En ese sentido, la función
principal del lóbulo prefrontal es encontrar justificaciones aparentemente
aceptables para los impulsos límbicos (los cuales constituyen las “funciones
ejecutivas emocionales”).
Estas dos
funciones siempre actúan juntas, pues cualquier acción (sobre todo si se relaciona con otros
componentes de la sociedad) siempre lleva adosada un componente emocional
(positivo, negativo o dentro de un amplio margen de una supuesta neutralidad
emocional). La importancia del LPF
humano en su compleja conducta es primordial, aunque no hay que olvidar que
nuestro sistema nervioso siempre actúa de forma integrada con otras zonas
cerebrales, pues su acción conjunta es necesaria para cualquier acción y,
aunque parezca mentira, se necesitan más de las que aparentemente podemos creer
que son las necesarias.(…)” FIN
DE LA CITA ;)
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